¿Cómo garantizar que las videoconferencias no se conviertan en un riesgo para la organización?
- agosto 1, 2023
Según la Encuesta Nacional de Ciberseguridad (ENCI) del Centro de Estudios Tecnológicos de la Información de la Universidad Católica (CETIUC), los incidentes de ciberseguridad aumentaron un 31,6% durante el año pasado. La tendencia, lamentablemente, es al alza.
En la actualidad, el uso de la videoconferencia es masivo y transversal a diversos sectores empresariales, educacionales, de salud, entre muchos otros. El trabajo híbrido, así como la educación en línea, los webinars y la telemedicina, por mencionar unos pocos ejemplos, han incrementado el uso de esta herramienta fundamental para la comunicación a distancia.
De hecho, en el mercado existe una gran variedad de soluciones, dispositivos y programas de videoconferencias de alta calidad, resolución de imagen y sonido, con diversas y avanzadas capacidades de acuerdo a los requerimientos y necesidades de los usuarios.
No obstante, las videoconferencias no están ajenas a las amenazas de ciberseguridad, pues los softwares que las gestionan requieren conexión a internet para funcionar; incluso, en el caso de la red interna de una empresa, los usuarios pueden correr riesgos de hackeo u otras intromisiones, si no se toman las medidas pertinentes.
No hay que olvidar, además que durante una videoconferencia se comparten datos que pueden ser confidenciales y si la red por donde navega esa información es vulnerada por un ciberdelincuente, la propia videoconferencia se puede transformar en los ojos del atacante para apropiarse de esos datos y hacer un mal uso con ellos.
Por lo mismo, es fundamental incorporar una política de ciberseguridad con protocolos que se cumplan y que se actualicen de manera permanente, así como concientizar a los usuarios para que se interioricen de cuáles son los riesgos y qué deben hacer para no caer en prácticas que pueden ser peligrosas.
Así, algunas de las medidas que se deben contemplar para tener videoconferencias seguras son:
–Implementar programas que permitan detectar si existe un comportamiento sospechoso, como el ingreso de un dispositivo no autorizado a la videoconferencia.
–Mantener las conversaciones en privado, limitando y legitimando el acceso, a través de permisos y contraseñas que puedan ser autenticadas.
–Compartir los accesos por canales privados y protegidos, como el mail corporativo.
–Autenticar los dispositivos de los teletrabajadores para que sean reconocidos por la red de la empresa y estén autorizados a participar de una videoconferencia.
–Capacitar a los usuarios constantemente para no caer en prácticas de riesgo, como dejar la sesión abierta, compartir claves de acceso, etc.
–Contar con una plataforma que permita gestionar y configurar la seguridad, así como códigos de acceso, salas de espera, bloqueo de acceso cuando estén los asistentes invitados y confirmados, entre otras acciones de precaución.
Garantizar videoconferencias seguras es posible no solo cuando se utilizan las herramientas adecuadas, sino también cuando se cultiva una cultura de ciberseguridad en las empresas y sus colaboradores